lunes, 1 de mayo de 2017

La mujer de Gilles

Leo "La mujer de Gilles", el libro escrito en el año 1937 por Madeleine Bourdouxhe antes de que la Segunda Guerra Mundial le obligara a dejar de publicar pues se negó a tratar con las editoriales -entre ellas Gallimard- que habían caído en manos de los nazis. Reeditada en 2003 por Siruela, esta novela que recrea la personalidad femenina y su proceso de interiorización, consigue transmitir a la perfección, no sólo el orgullo, los pensamientos, las imágenes (construye a la protagonista como una "mujer predestinada a la fundación y la custodia de un hogar"), la peculiar forma de Élisa de conservar a su marido y de que todo se reconstruya, su papel de confidente, su complicidad y el juego peligroso al que está jugando pensando que lo curará, sino también el silencio y el turbador ambiente de malestar que gravita alrededor de Élisa y su esposo. Estoy de acuerdo en que el tono (son abundantes las palabras cultas como presciencia, nimbaban, leitmotiv, mujer heñida, layaba,...) y el equilibrio son extraordinarios pero no comparto la idea que figura en el epílogo redactado en 1992 por Faith Evans donde dice que "las feministas no han empezado a leerla de nuevo y a recuperarla para nuestro tiempo hasta hace muy poco". Quizá dicha observación responda a la loa que Simón de Beavoir en su obra "El segundo sexo" hizo acerca del reflejo por Bourdouxhe de las diferencias entre la sexualidad masculina y femenina (para Beavoir la conducta de Giles en la cama es un ejemplo de la manera en que los hombres intentan reducir el placer erótico a una sensación inmanente que se experimenta por separado), pero, en la época actual, esta novela no tiene nada de reivindicación femenina, pues la pobre Élisa no es sino sólo "la mujer de Gilles": una mujer que considera que Gilles es todo su mundo. Para concluir, diré que son apreciables los elementos de la tragedia clásica (elenco reducido, espacios contenidos, estructura simétrica, el desenlace se desenvuelve a partir de un acontecimiento que sucedió en el principio y, la intensidad del drama), que el empleo del lenguaje busca la economía y la contundencia y que, el narrador se convierte en otro de los personajes llegando a suplantar por completo a los protagonistas principales y dirigiéndose a ellos. Excepcional, de 7,7.