sábado, 5 de agosto de 2017

Gran Cabaret

Una vez que le han dado el premio Man Booker International Prize 2017, corro a leer "Gran Cabaret", el libro que escribe el israelí David Grossman partiendo de una llamada de teléfono que recibe Avishai Lazar, Juez del Tribunal de Distrito, de parte de Dóvaleh Grinstein, una persona que dice que compartió con él unas clases particulares de matemáticas hace más de cuarenta años para invitarle a una comedia en vivo que hace en la ciudad de Natanya. Con una poderosa narrativa y una impactante composición, asisto al monólogo del cómico de la mano del Juez (es éste quien, en primera persona, narra el espectáculo) consiguiendo el novelista transmitirme la sensación que experimenta el magistrado de estar ante una trampa, una venganza personal y un profundo engaño oscuro. El autor, además de mostrarme con verosimilitud el desbloqueo de los "canales internos" del juez, revive al muchacho que fué entonces (antes de decidir sobre la vida de los demás y antes del fallecimiento de su mujer), describe a la perfección las transformaciones físicas y psíquicas que muestra el comediante, las expresiones de su rostro, los peligrosos golpes de timón de la función y la estupefacción, el asombro, el removerse molesto de los espectadores en sus asientos, su pestañeo asombrado, cómo intenta provocarlos y su tensa agitación y apasionamiento cuando el del escenario se pega, mientras en la obra y aprovechando el espectáculo, el escritor ironiza acerca del alma, de los palestinos, del Holocausto, de la ocupación, de los izquierdistas, de Mengele, de la explanada del Monte del Templo y del ejército israelí. Una novela que habría sido perfecta con otro final más inquietante. A pesar de eso, se merece un 9.